Agrolife. Cultivar tu comida, tu bienestar y el del planeta.
Antes de conocer de cerca el proyecto de Agrolife, me podía imaginar los beneficios que cultivar tu propia comida podían traer a tu salud, teniendo en cuenta que además, no se usan químicos ni tóxicos. Pero una vez allí, me di cuenta también de todo el bien que le hace al planeta un lugar como este, que ayuda a regenerar la tierra, atraer y proteger a los polinizadores y algo muy importante, ayudarnos a nosotros a entender el papel que la Tierra juega en nuestro bienestar (y supervivencia) individual y sistémico.
Si, tener tu huerto puede sonar utópico viviendo en una ciudad grande como Valencia. Cambiar el súper por el huerto para sacar las zanahorias de la tierra en lugar de cogerlas envueltas de la nevera del pasillo 4, parece hasta incómodo y lento. Pero déjame que te enseñe lo que vi en mi paseo por este lugar a escasos kilómetros del centro y luego me cuentas, si merecería la pena.
Un paseo entre girasoles, tomateras y maizales enormes
Juan nos recibió en el pasillo de tierra que llevaba a la casa central, antes de verle, nos dio tiempo a recorrer algunos de los huertos y quedamos maravillados de la explosión de verdes, flores y olores que se respiraba. Parecía que ese lugar llevara allí toda la vida, pero cuando nos empezó a contar, descubrimos que aunque Agrolife existe desde hace mas de 4 años, apenas llevaban 1 en aquél espacio, en que brotaba vida en cada rincón.
En muchas ocasiones me lamento de lo rápido y fácil que los humanos acabamos con todo, y ver esta forma de cooperación con la naturaleza (en la que no sólo nosotros salimos beneficiados) me hace confiar en un desarrollo y un futuro… mejor.
En Agrolife disponen de parcelas de diferentes tamaños que puedes alquilar y crear tu huerto. Pero ellos no te dejan sola, te ayudan en la preparación del terreno, te prestan las herramientas y te asesoran sobre qué y cómo plantar para que la experiencia sea satisfactoria y cuanto menos, productiva. Lo que más me gustó de lo que nos iba contando Juan, es que su objetivo no es solamente que las personas aprendan a cultivar y cosechar frutas y verduras, también pretenden ser un espacio en el que se disfrute de estar en la naturaleza, re-conectar con ella, desconectar de la ciudad y estar en compañía de otras personas con mismas inquietudes.
En nuestro paseo por la finca pudimos ver huertos de todo tipo, totalmente adaptados a las necesidades y estilo de vida de sus dueños. Algunos inmensos, increíblemente cuidados, incluso con una pequeña zona para cocinar y comer o reunirse con la familia y amigos, otros más pequeñitos y asalvajados, con una cosecha más modesta pero justa.
Los límites de las parcelas van desde vallas de madera, cuerdas, rosales a enormes maizales. Y dentro, girasoles que ya dejaron de mirar al sol, puerros gigantes, tomateras con forma de tipis, pérgolas colonizadas por enredaderas llenas de flores…
Un lugar y un fin común, para personas diferentes
Algo que me sorprendió fue la variedad de las personas que había allí. Si, quizás algo prejuicioso, pero yo me imaginaba encontrar principalmente personas jubiladas, y aunque las había (y sus huertos eran los mejores, ¡todo hay que decirlo!), allí éramos cuanto menos, diferentes. Parejas jóvenes, grupos de amigas y amigos, familias humanas y perrunas, personas solas, de aquí y de allá…
Y es que es cierto, que una de las cosas que nos contó Juan es que muchas personas no empezaban a venir sólo por el hecho de cultivar, sino por desconectar del estrés del trabajo, por tener un lugar en el que compartir con los suyos, en el que tocar tierra y parar…
…en principio, la idea de esta sesión era conocer de cerca el proyecto, y fotografiarlo a la luz del atardecer para poder contar por aquí acerca de otra manera de producir y consumir tu comida.
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Al tomar la última foto, a los minutos de que el sol se escondiera tras los cipreses, y con un ramo de aromáticas que nos fueron regalando cada persona de su pequeño trozo de tierra, aprendí que además de otra manera sostenible de obtener tu comida, existen otras maneras de divertirse, relajarse, conectar-se, compartir e incluso, porqué no, sanarse.⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
La idea de la sesión era, únicamente acercaros a través de unas fotos, y de todo lo que Juan me contara, este proyecto genial. Pero cuando me vi allí, rodeada de girasoles, tomateras, kales enormes e incluso un altísimo maizal, y respirando el aroma de ese ramo que llevaba entre las manos, no pude evitar decir: “en una semana vuelvo”
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Y me fui, con un montón de fotos e historias, con el coche oliendo a albahaca, menta y melisa, y con un trozo de tierra por cultivar.
¿Crees que merecerá la pena?
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Puedes saber más sobre Agrolife en su web y conocer su día a día en sus redes sociales